A dónde llega la definición del socialismo, dónde se estructura la ideología de la izquierda progresista española, dónde está el fin de la repartición del capital, del intervencionismo público, de las políticas de bienestar, de igualdad… ¿Dónde se encuentra el socialismo? Dónde está la base de este movimiento político que parte de citas como “De cada uno, según su capacidad; a cada uno, según sus necesidades”. Y es que aún no nos damos cuenta de que quién ejerce el poder, obtiene la jurisdicción económica del país. Mientras el paro acoge sus mayores cifras negativas, tenemos ministros que se gastan ¿1000 euros? en darse el placer de asesinar animalitos en libertad, tan libres como los que se quedan sin trabajo y a su vez los matan encaminándolos a las funestas colas del INEM. Y esos 1000 euros, ¿vendrán con el IVA incluido? No vaya a ser que incurran en fraude por no pagar los impuestos al Estado.
Casualidad o no, en esa misma porción de terreno, nos encontramos con el Juez Garzón. Últimamente este señor nos tiene más acostumbrados a recoger los frutos de sentencias mediáticas, que la incuestionable labor que ejercía en años póstumos contra la delincuencia, tráfico de drogas, el terrorismo... La última investigación del magistrado se basa en el “caso gürtel”, un nuevo caso que encubre el verdadero problema que atraviesa el país, buscando captar necios visionarios que aboguen por la crítica a un partido político en defensa de un gobierno que nos hunde en un océano, sin dar atisbo de salvación. Mera noticia de distracción pública. Casualmente, el beneficiado de los autos de entretenimiento, el señor Bermejo (Ministro de Justicia) se une en una cacería con su súbdito, el Juez Baltasar Garzón ¿Casualidad, o un nuevo hecho de hipocresía política de la que nos tiene acostumbrados el señor Zapatero?
Y digo yo, que predomina en estos señores, ¿la decencia o el afán de poder? Mi humilde opinión es que hay que mantener la dignidad, antes que el propio poder te la arrebate, y una vez despojada, aún así es posible recuperarla dimitiendo, o en el caso del señor Garzón, sacando a la luz todos los casos de fraude político que existen, tanto de un partido como de otro, porque aquí ya es muy difícil engañar a nadie y todos sabemos que la autoridad otorgada a un inepto es sinónimo de corrupción, ya sea afiliado al partido que sea. Además, debería dejar de ansiar vencer en los juzgados lo que hace 70 años perdió en una devastadora guerra, cuyo deseo, en vez de cicatrizar, es volver a segregar las heridas. Un juez, si es un hombre honesto debe estar alejado de la popularidad, de la crítica social, de los medios, porque sólo así será reconocida su labor, ya que no impone un resultado, sino la elucidación de lo convenientemente elaborado.
Ignacio Ollero Sánchez